VALLADOLID, 15 Sep.

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha podido confirmar la condena de un par de años de prisión por delito de abuso sexual impuesta a un instructor de música que en una de sus clases manoseó a una pupila menor de 12 años. En su explicación de lo ocurrido, el músico reconoció los hechos y adujo a los progenitores que se le "fue la pinza"

La Sala de lo Civil y Penal del TSJCyL, con origen en Burgos, ha desechado el recurso interpuesto por el culpado y ha ratificado la sentencia dictada previamente por la Audiencia Provincial, que halló al instructor culpable del referido delito y le impuso, amén de la citada pena privativa de independencia, la prohibición de aproximarse y hacer llegar con la víctima por espacio de tres años, su inhabilitación para el ejercicio de empleo, cargo público o profesión relacionado con menores de edad a lo largo de idéntico periodo de tiempo de tiempo y, en término de compromiso civil, la obligación de indemnizar a la menor con 3.000 euros en término de daño ética.

Los hechos, según la información del Gabinete de Prensa del TSJCyL obtenida por Europa Press, se remontan al 21 de enero de 2021, sobre las 17.00 horas, en el momento en que la víctima, pupila del culpado a lo largo de 4 años, asistió a la clase de música que recibía de forma individual.

Tras entrenar un tanto con el instrumento, la pequeña decidió llevar a cabo un reposo, instante en el que el culpado aprovechó para poner un arreglo musical que tenía en el computador y también invitó a la menor a bailar juntos.

Estando bailando, el instructor procedió a ofrecer la vuelta a la pequeña, la cogió por detrás y en ese instante le tocó la barriga, al paso que le afirmaba que se encontraba delgadísima.

A continuación, metió la mano bajo la sudadera y del sujetador y la tocó un pecho, instante en el que la menor le separó y a continuación cogió la guitarra, su cazadora y su móvil y se fue del sala.

Acto seguido, la pequeña llamó a su madre, que no le ha podido coger el teléfono al estar manejando, pero después entró en el turismo de su progenitora y, llorando, relató lo que terminaba de ocurrir.

Al poco de ocurrir los hechos, en el momento en que los progenitores de la pequeña le solicitaron explicaciones, el instructor procedió al reconocimiento de los hechos, más allá de que señaló que "se le fue la pinza".