• sábado 25 de marzo del 2023

El matrimonio de Roales acusado de explotar a trabajadores ilegales admite penas de un año y medio de prisión

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VALLADOLID, 3 Oct.

El matrimonio de Roales de Campos (Valladolid) compuesto por Pedro F. y María Encarnación fué culpado este lunes a penas de un año y seis meses de prisión tras admitir la autoría de un delito contra los derechos de los trabajadores, específicamente por tener a su cargo a tres extranjeros ilegales a los que emplearon en su explotación de ovino bajo duras condiciones laborales.

El fiscal del caso pedía en un inicio para cada uno, él en calidad de creador y ella como colaboradora precisa, una condena de 4 años de prisión, multa de 4.500 euros y la obligación de indemnizar a sus tres víctimas en la proporción de 20.500 euros, más allá de que minutos antes del comienzo de la visión en la Audiencia de Valladolid el acusador público y la defensa del matrimonio han alcanzado un convenio que se tradujo en una importante rebaja de las penas.

De esta forma, los dos, tras reconocerse autores de los hechos, han asumido una lástima de un año y medio de prisión--su letrado ha pedido la suspensión de la ejecución de la condena--, multa de 1.080 euros y el desembolso a favor de los trabajadores explotados de un total de 1.200 euros, a razón de 600 euros para uno, 400 para otro y 200 para un tercero, según detallaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Así como va a recoger en unos días la sentencia ahora adelantada 'in voce' por el magistrado que encabezaba la salón, Pedro F, en su condición de empresario individual y titular de una explotación de ganado de ovino en Roales de Campos, y su mujer, sin estar dada de alta en la Seguridad Social pero encargada de la administración de elementos humanos, se dedicaron entre los años 2018 y 2021 a contratar a trabajadores extranjeros, primordialmente en situación irregular, "imponiéndoles unas condiciones laborales que abiertamente contravenían la normativa del campo".

Presa de sus redes cayeron 2 trabajadores colombianos y uno de origen marroquí, quienes empezaban la día a las 06.00 horas y, con un mínimo reposo para comer, no cesaban de trabajar hasta las 21.30 ó 22.00 horas, en dependencia de las pretensiones del ganado, de lunes a domingo, sin días de reposo, sin vacaciones y por un salario de 600 euros, sin estar tampoco dados de alta en la Seguridad Social.

Como complemento salarial, los usados compartían casa sin las condiciones mínimas de habitabilidad, higiene, sin agua ardiente ni calefacción y con incontables parásitos y también insectos.

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