LEÓN, 17 Mar.
Un estudio impulsado por la Universidad de León (ULE), que fué anunciado con apariencia de producto en la interfaz científica 'The Conversation', alarma sobre los peligros de usar insectos para la nutrición humana, y asegura que "no todo son virtudes" en tanto que su consumo supone "ciertos riesgos potenciales para la salud".
El producto está firmado por los catedráticos del Área de Conocimiento de Nutrición y Bromatología, Carlos Alonso Calleja y Rosa Capita González, y los estudiosos Camino González Machado y David Jiménez De Juan, todos ellos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León (ULE).
Según informó la institución académica en un aviso remitido a Europa Press, estos riesgos están unidos a especies específicas y, a veces, a cuestiones similares con un conjunto de insectos. En el artículo se admite que el consumo de insectos fué sugerido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como un plan de pelea contra el apetito, en tanto que estos animales forman "una fuente opción alternativa y sostenible de proteínas de alta definición, ácidos grasos fundamentales y micronutrientes".
Se apunta, además de esto, que son modelos polivalentes desde el criterio tecnológico y culinario, en tanto que tienen la posibilidad de procesarse de formas distintas, por servirnos de un ejemplo, trozados (para la elaboración de hamburguesas, croquetas, salsas, harinas y pastas), lo que disminuye el rechazo que tienen la posibilidad de ocasionar en el cliente.
En el apartado de las virtudes asimismo se cita que su producción es "mucho más conveniente para el medioambiente que las producciones ganaderas habituales", y además de esto tiene connotaciones económicas convenientes pues forman "una aceptable ocasión de negocio, en especial atrayente en los países en vías de avance".
El artículo anunciado en 'The Conversation' cita ciertas substancias antinutritivas o tóxicas socias al consumo de insectos, que previenen o complican la absorción de nutrientes, como es la situacion de la quitina, el material primordial del que está formado el exoesqueleto de los artrópodos, que "ejercita un efecto negativo en la digestibilidad de las proteínas y en su utilización".
Otros ejemplos que se hablan de son los taninos, "que forman complejos insolubles con las proteínas y dismuyen su biodisponibilidad", los fitatos y oxalatos "que dismuyen la absorción de elementos minerales como calcio, zinc, manganeso, hierro y magnesio", y las saponinas, "que interfieren en la digestión de las proteínas, dismuyen la absorción de vitaminas y minerales y están socias con estados de hipoglucemia".
También diríase que los alcaloides, presentes en alguna clase de insecto podrían "a partir de ciertas dosis, resultar tóxicos para los usuarios", y se enseña que el consumo de ciertos insectos podría "ocasionar deficiencia de tiamina (vitamina B1)".
No terminan ahí los problemas que recomiendan adoptar medidas de prevención, pues el consumo de ciertos compuestos presentes en los insectos fanerotóxicos y criptotóxicos puede producir irritaciones u otros inconvenientes.
El producto de los estudiosos de la ULE relata reportes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que aseguran que los insectos "tienen la posibilidad de estar contaminados con bacterias patógenas" como Salmonella, Campylobacter, Escherichia coli y Bacillus cereus. Esto se puede ofrecer en especial los insectos no procesados que fueron "producidos bajo determinadas condiciones", si bien apuntan que un preciso cocinado puede achicar o remover este problema.
En la relación de puntos que meritan ser objeto de atención está asimismo dado que en ocasiones los insectos "sirven como vectores de ciertos parásitos", y la manera en que ciertos actúan asimismo como 'hospedadores mediadores', y se añade que "se han descrito infestaciones humanas (el hombre es hospedador accidental) por un nematodo (Gongylonema pulchrum)".
Todo ello recomienda "estudiar la existencia de parásitos en los insectos silvestres, en especial en los países tropicales y subtropicales, ya que hablamos de un mercado nuevo". No obstante, este peligro se disminuye de manera destacable "en el momento en que los insectos se congelan a lo largo de su almacenaje y transporte, puesto que este procedimiento de conservación destroza los parásitos pluricelulares".