
LEÓN, 20 de octubre.
Este martes marca el vigésimo quinto aniversario del inicio de la primera exhumación de una fosa común en territorio español, un acontecimiento histórico que tuvo lugar en Priaranza del Bierzo, León. En esta fosa, se recuperaron los restos de trece civiles republicanos que, durante los oscuros momentos de la Guerra Civil, fueron asesinados por un grupo de falangistas el 16 de octubre de 1936.
La exhumación fue un hito en la búsqueda de justicia para estas víctimas, liderada por el arqueólogo Julio Vidal junto a un equipo de forenses y antropólogos, y fue impulsada por los familiares de los difuntos. Este primer esfuerzo científico marcó un precedente en el tratamiento de la memoria histórica en España.
Después de tres días de excavaciones, cuando todo parecía perdido debido a las obras de la carretera, la aparición de una bota que contenía huesos humanos dio inicio a la recuperación de los cuerpos. Este hallazgo fue un momento crucial en la búsqueda, ya que permitió identificar a las víctimas y darles la dignidad que merecían.
La iniciativa de la exhumación partió de la familia de Emilio Silva Faba, quien en julio del año 2000 logró, tras múltiples gestiones, el apoyo del entonces alcalde de Priaranza para iniciar el proceso que llevaría a la recuperación de los cuerpos de sus seres queridos, enterrados en condiciones indignas.
Curiosamente, la fosa ya había sido objeto de una intervención en 1936, cuando algunos familiares se arriesgaron a desenterrar los cuerpos de sus seres queridos, movidos por la desesperación y el deseo de darles una sepultura adecuada. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha declarado que esa primera exhumación clandestina revela el largo sufrimiento y el riesgo que muchas familias tomaron para honrar la memoria de los asesinados.
El testimonio de Francisco Cubero, un joven obligado a participar en el enterramiento de los cuerpos en 1936, resalta las atrocidades cometidas y el impacto de la represión franquista en la sociedad, mostrando que la memoria no solo es un tema para el análisis académico, sino una realidad vivida por muchos.
La exhumación de 2000 sentó las bases para la creación de la ARMH, la cual se ha convertido en una voz clave en la denuncia de las desapariciones forzadas y ha llevado los casos de estas víctimas ante instancias internacionales, como las Naciones Unidas, promoviendo un debate necesario sobre las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura.
Tres años después de la exhumación, los restos de Emilio Silva fueron finalmente inhumados en su localidad natal, junto a los de su esposa, mostrando así el cierre de un ciclo de dolor y búsqueda de justicia.
El interés por esta causa se refleja en la participación de familiares de otras víctimas, como Isabel González y Aníbal Arroyo, quienes también buscan respuestas sobre la desaparición de sus seres queridos, subrayando que la lucha por la memoria histórica continúa siendo relevante en nuestra sociedad.
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