La monja de clausura Sor María Caridad, una de las más longevas de España, ha fallecido a los 103 años en el Complejo Asistencial Universitario de León, donde llevaba ingresada varios días debido a una infección. Fuentes cercanas a la familia han confirmado la noticia a Europa Press.

Sor María Caridad, cuyo nombre de nacimiento era María Adoración Lorenzo Marcos, se convirtió en monja cisterciense en el monasterio de Santa María de Carrizo cuando tenía 19 años, permaneciendo en este convento de León desde entonces. El monasterio fue construido en el siglo XII por la condesa Estefanía Ramírez, esposa del conde Ponce de Minerva, y pertenece a la orden del Cister de la Común Observancia, cuyas obligaciones principales son el rezo y la contemplación.

Su ingreso en la congregación tuvo lugar a través del trabajo para la comunidad, ya que su familia no podía permitirse pagar una dote, como era requerido en aquellos tiempos para ingresar en el convento. Tres años después realizó su profesión solemne, convirtiéndose en la monja número 39 en un monasterio que en un momento dado contó con alrededor de 50 religiosas, pero que ahora apenas cuenta con una decena.

Sor María Caridad destacó por su energía, simpatía, carácter aguerrido y trabajador. Siempre afirmaba que había nacido para trabajar, y su mayor dedicación en los últimos tiempos fue la cocina. Además, cultivaba la huerta y cuidaba a los animales que antes habían habido en el convento. También se dedicaba a elaborar dulces, lácteos y productos textiles.

A pesar de haber llegado a los 100 años sin haber padecido enfermedades graves, en los últimos tres años tuvo que superar un ictus y una apendicitis. Sor María Caridad falleció tras una temporada enferma en la que en algunas ocasiones pedía para "ir con el Señor".

Cari, como era conocida por sus compañeras en el convento de Santa María de Carrizo, deja un gran vacío en la congregación, donde siempre fue querida por su simpatía y jovialidad. En sus últimos cumpleaños, acompañada por sus compañeras de la congregación, siempre se permitía cantar y bailar, dos aficiones que le acompañaron durante su extensa vida dedicada a los demás.