Crónica Castilla y León.

Crónica Castilla y León.

Cinco delicias gastronómicas para disfrutar la Semana Santa en Castilla y León.

Cinco delicias gastronómicas para disfrutar la Semana Santa en Castilla y León.

VALLADOLID, 11 de abril. La Semana Santa en la región de Castilla y León se posiciona como una de las celebraciones más significativas de España, destacándose no solo por su profunda tradición y el arte religioso que presenta, sino también por la atracción que ejerce sobre visitantes que vienen en busca de experiencias culturales únicas y una gastronomía exquisita. Durante esta época, no sólo las torrijas son protagonistas; hay una oferta culinaria rica y variada que merece ser descubierta.

POTAJE DE VIGILIA

Entre los platos más emblemáticos encontramos el potaje de vigilia, un guiso que ha sido parte de la tradición de los viernes de Cuaresma, periodo que comienza este miércoles, en el que la abstinencia de carne es una norma para muchos creyentes. Con los años, esta tradición se ha ido adaptando, limitándose mayormente a los viernes, pero su popularidad ha llevado a disfrutar este delicioso plato en los meses más fríos del año.

Si bien su preparación varía a lo largo del país, en Castilla y León este guiso tiene una tradición muy arraigada. La receta más común incluye garbanzos hervidos junto a espinacas y bacalao salado, una combinación que rememora los días santos. En la región se cultivan dos variedades de garbanzo que cuentan con denominación de origen: el Pedrosillano, típico de Salamanca, y el de Fuentesaúco, de Zamora, ideales para la elaboración de este plato.

DOS Y PINGADA

El Domingo de Resurrección, Zamora revive una de sus tradiciones más queridas con el "dos y pingada", un plato sencillo que honra a Cristo resucitado. Este alimento, que se disfruta típicamente durante el almuerzo tras la procesión del Encuentro en La Horta, está compuesto por dos huevos fritos, magras de cerdo —en ocasiones jamón serrano— y un buen trozo de pan, simbolizando la culminación de las jornadas de ayuno de la Cuaresma.

La fiesta del dos y pingada convierte las calles de Zamora en un bullicio de gente que se agrupa para disfrutar de miles de raciones de este emblemático plato en un día que cierra con broche de oro los eventos de la Semana Santa.

SOPAS DE AJO

Otro plato imprescindible en estas fechas es la sopa de ajo, que suele consumirse en la madrugada del Viernes Santo, durante una pausa en la procesión de Jesús Nazareno en Zamora. Esta receta gustosa se prepara con caldo, ajo, pimentón, aceite de oliva y pan del día anterior, además de pequeños trozos de jamón.

Con distintas versiones a nivel nacional, su origen se ubica en Castilla. La sopa de ajo es ampliamente reconocida como un alimento sustancioso ideal para enfrentar los fríos inviernos de la región, siendo consumido tradicionalmente por trabajadores del campo durante la comida.

PATATAS VIUDAS

Otro alimento que refleja la situación de abstinencia durante la Cuaresma son las patatas viudas, un plato sencillo que carece de cualquier ingrediente cárnico. Este guiso se compone de patatas, cebolla, ajo, pimentón y caldo de verduras, y su denominación ‘viudas’ hace referencia a la ausencia de carne, ofreciendo una opción económica y sabrosa.

HORNAZO

El hornazo de Salamanca es una deliciosa tradición que marca el cierre del ayuno cuaresmal. Este plato, conocido por su sabor y su asociación a las meriendas del 'Lunes de Aguas', consiste en una empanada rellena de embutidos típicos de la región, como chorizo y lomo, además de huevo cocido, que antiguamente se consideraba un sustituto de la carne.

Mientras es normalmente un producto salado, el hornazo de Cepeda se distingue al estar cubierto de azúcar, creando un interesante contraste de sabores. Este popular manjar se ha expandido más allá de Salamanca, encontrándose también en provincias como Ávila y Zamora, donde se erige como un elemento clave de la cultura local.

En los pueblos salmantinos, la tradición de preparar hornazos en hornos de leña ha perdurado a lo largo de los años, con un enfoque comunitario que ve a las mujeres traer los ingredientes mientras los panaderos se encargan del arte de la cocción, haciendo de este proceso una verdadera celebración de la cocina local.