VALLADOLID, 14 de mayo. En un despliegue de planificación y respuesta ante emergencias, la Base Aérea de Villanubla y el Aeropuerto de Valladolid se convirtieron en el escenario de un simulacro que buscaba evaluar la capacidad de reacción ante un accidente aéreo. El ejercicio incluyó la simulación de un vehículo aéreo con 25 personas a bordo que sufrió un percance, así como la participación de un avión militar con tres tripulantes.
Más de un centenar de profesionales, provenientes de diversas instituciones encargadas de la gestión de emergencias, se unieron a este ejercicio, según información brindada por la Subdelegación del Gobierno a Europa Press. La colaboración multidisciplinaria fue fundamental para garantizar la efectividad de la operación simulada.
El objetivo principal de esta actividad fue examinar los protocolos de actuación y la coordinación entre los diferentes organismos involucrados, así como medir la rapidez de las respuestas y la integración del personal en el tratamiento de una crisis aeronáutica.
El simulacro hizo uso de recursos técnicos avanzados, incluyendo tres ambulancias de soporte vital avanzado, ambulancias de soporte vital básico, dos helicópteros de emergencias y drones de observación, así como un sistema destinado a la neutralización de drones. También se contó con equipos de extinción de incendios de la Base Aérea, el Aeropuerto y la Diputación de Valladolid.
Diseñado conforme a las directrices de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), este simulacro se llevó a cabo en alineación con el Plan de Emergencia y Reacción Conjunta de la Base Aérea y el Aeropuerto de Valladolid (Plemer), el Plan General de Seguridad de AENA y el Plan Territorial de Protección Civil de Castilla y León (Plancal).
El ejercicio proporcionó la oportunidad de activar el PLEMER y poner en marcha las acciones necesarias para responder a una emergencia de tal magnitud, lo cual implicó a personal tanto interno como externo en la simulación de la posible implementación del Plancal.
Los participantes en el simulacro siguieron rigurosamente cada uno de los protocolos establecidos, cubriendo desde la fase de alerta inicial hasta la de recuperación, asegurando una gestión integral de la emergencia.
Asimismo, se establecieron y evolucionaron los puntos de mando, así como la coordinación entre los grupos de acción participantes, facilitando un enfoque organizado y efectivo en la atención a la crisis.
Con esta actividad, todos los organismos involucrados ratifican su cumplimiento con la normativa vigente, incluyendo el Protocolo Nacional de actuación Médico-forense y de Policía Científica estipulado en el Real Decreto 30/2009, que aborda incidentes con múltiples víctimas.
El escenario simulado consistió en un accidente aéreo donde una aeronave civil declaró una emergencia tras colisionar con una bandada de pájaros, lo que provocó la pérdida de comunicación. Durante su aproximación a la pista, un Boeing 737 impactó con una E-24 que estaba descendiendo, aunque la causa de este incidente permanece sin esclarecimiento. El resultado de esta colisión fue que la E-24 terminó estrellándose cerca de la base, mientras que el Boeing 737 se precipitó en el interior de las instalaciones.
Como parte de la simulación, se previó que el accidente resultara en tres fallecimientos y 17 personas heridas, cinco de ellas con lesiones de gravedad y otras con heridas menores. Para representar esta situación, se utilizaron dos autobuses de la Base Aérea que albergaban actores en diferentes estados (heridos, fallecidos, familiares). El realismo del simulacro se vio potenciado mediante el uso de humo artificial y fuego controlado en la zona del accidente, utilizando el equipamiento adecuado disponible en la Base Aérea.
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