La Audiencia Provincial de Valladolid ha emitido una condena de seis años de prisión a un hombre identificado como D.R., por un grave delito de agresión sexual cometido contra una menor de 12 años en enero de 2020, en la localidad de Laguna de Duero. El acusado facilitó bebidas alcohólicas a la víctima y a sus amigas con la autorización implícita de celebrar un 'botellón'.
En su fallo, el tribunal considera a D.R. culpable conforme al artículo 181.1 y 3 del Código Penal, en su versión modificada por la Ley Orgánica 10/2022, lo que conlleva no sólo la pena privativa de libertad, sino también una orden de alejamiento de 500 metros respecto a la víctima y una prohibición de comunicarse con ella durante diez años. Además, el condenado no podrá ejercer ninguna actividad que le permita estar en contacto con menores durante el mismo tiempo.
El incidente tuvo lugar el 24 de enero de 2020, cuando D.R., entonces de 24 años, ingresó en un establecimiento de la cadena Mercadona para adquirir bebidas alcohólicas para un grupo de chicas adolescentes, que incluía a una de 14 años y a varias de 12, la víctima entre ellas. Posteriormente, el grupo se trasladó a un área cercana a la Plaza de Toros para consumir el alcohol.
Después de un tiempo, D.R. se quedó a solas con las tres menores. Intentando ganar la confianza de la víctima, la convenció de que eran "como hermanos" y comenzó a tocarla de manera inapropiada. En un momento, el condenado se acercó a un grupo de jóvenes que consumían drogas y les ofreció a la menor a cambio de un porro, aunque no lograron concretar ningún acto sexual entre ellos.
En una angustiante secuencia, el agresor forzó a la víctima a realizarle sexo oral. Según detalla la sentencia, D.R. le dijo: "Cierra los ojos, qué raro que sea la primera vez porque lo haces muy bien, puta niña". Esta reveladora transcripción del tribunal pone de manifiesto la gravedad del acto.
Una de las amigas de la víctima se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y trató de interrumpirlo, defendiendo a su compañera. Sin embargo, el agresor siguió buscando otra víctima y solicitó que lo masturbara dicha amiga, a lo que también accedió.
La situación no terminó esa noche; D.R. volvió a comunicarse con una de las víctimas a través de Instagram y concertaron otro encuentro al día siguiente en un parque de la localidad. Allí, las tres menores decidieron pactar un silencio en torno al incidente, convencidas de que revelarlo podría acarrearles problemas a todas.
A pesar de que la denuncia no fue presentada hasta casi cuatro años después, el testimonio de la víctima se corroboró gracias a los relatos de testigos presentes en el lugar y a un observador externo que presenció el comportamiento del acusado con el grupo de jóvenes.
El tribunal también ha afirmado que el acusado era consciente de la edad de la víctima y utilizó su madurez para llevar a cabo los abusos. Sin embargo, no se encontraron elementos que complicaran el caso en términos de violencia o coerción, aunque el marco legal establece la presunción de falta de consentimiento en casos que involucran a menores de 16 años. La denuncia fue interpuesta por el padre de la víctima después de que la información del incidente se difundiera en la comunidad local.
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